La puta se va de tour (1ª parte)
De tour. De paso por varias ciudades. Ser nuevo en la ciudad es lo mejor para que Grindr eche humo. Lo he preparado todo para pasar un fin de semana a cuatro patas recibiendo activos en un colchón. Que vayan llegando tocando al timbre y enchufándomela directamente, como en esas pelis de Sketchy Sex que me dan tanto morbo.
En la primera ciudad cumplo la fantasía a medias. Ni vienen tantos tíos (8, aunque alguno de esos repitió), ni a todos los activos les va ese rollo de llegar y usar a la puta. Y también he de confesar que llegado un momento ya estaba un poco aburrido o cansado de tragar rabo por mi ojal y me apetecía que me diera el aire o hacer otras cosas.
Llega el primero, y quiere otra clase de polvo más completo. Un polvo en toda regla. Aunque menudo polvazo. Es un treintañero con buen cuerpo, barbudo y con el pelo largo recogido en un moño. Lo tomo de primeras por un hipster, pero no, es más un naúfrago en toda regla. Un salvaje. Me folla como un animal, a saco, brincando sobre mi ojal, me muerde, me escupe (hola recomendaciones de la OMS!), me folla con la lengua y con su rabo, me hace olerle los sobacos y huele a bestia. Eso me excita. Si el popper dilata, ni os cuento el olor de sus huevos y sus sobacos, que me abre el ojal de par en par como un acto reflejo. Así me tiene boca arriba, con su sobaco oloroso en mi cara, yo esnifando su olor a macho y su rabo entrando y saliendo de mi ojal abierto sin compasión, chapoteando, hasta que anuncia que va a correrse y, en fin, no hacía falta que lo anunciara, porque pega tales gruñidos de animal salvaje que debe haberse enterado toda la calle. Después del polvazo estamos tumbados un rato charlando. Es un tipo muy majo y morboso y no quiere irse sin antes jugar un poco más conmigo, así que poco a poco comienza a fistearme hasta meter los 5 dedos en mi culo hasta casi la altura de la muñeca. Cabrón.
Siguen viniendo tíos que sí van más en plan directo. Llegan, los recibo a cuatro patas con ropa de putilla y me enculan. Un chico algo cani y morboso, bastante atractivo, que le mola el sexo en grupo y le daría morbo llegar y verme enculado por otros (al día siguiente repite y puede disfrutar del espectáculo y me dice que tengo el mejor culo que ha visto nunca en la ciudad), un par de tíos jóvenes algo rollizos con cara de buena gente que me usan para correrse, un tío de 26 años muy guapo con el que me enrollo y le pongo el culo hasta que se corre dentro mientras el cani se pajea mirándonos sentado al lado en una silla (nosotros estamos en un colchón en el suelo, yo a cuatro patas y el guapito de rodillas penetrándome detrás), un tipo de 40 fibradísimo y con un gran pollón que me destroza, y un chaval latino de 20 años, delgadito y con rostro aniñado, con su gorra, sus pantalones rotos y todos los complementos de rigor, que por su perfil me parece un chapero pero me escribe temprano diciendo que necesita descargar. Y chapero o no, todos los tíos tienen que descargar. Y más los de 20 años, que esos siempre llevan los huevos rebosando lefa.
Dos días después continúo el tour en otra ciudad. El apartamento no es tan propicio para hacer de puta. No hay demasiada intimidad y hay que bajar a abrir al portal cada vez que viene un activo.
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