Darkroom: Zona X Sitges y The Vault 139


Zona X es un local de cruising bastante espacioso. Van tíos de todas las edades, jóvenes y mayores. No hay dresscode pero la gente suele ir en ropa interior o en pelotas. También hay chicos con arneses, etc. Yo he ido un par de veces, en suspensorios, enseñando bien la mercancía. 

La primera vez que fui apenas hice nada. Nada más llegar conocí a un chico muy dulce y prácticamente estuvimos charlando toda la noche. No sé qué hacía él allí, porque es un puritano que básicamente lo que busca es esposo, parejita de niños, una casa con jardín y perro. Y en un local así solo encuentras al perro. El caso es que pasamos una noche agradable, pero me cortó el rollo morboso y me volví al apartamento igual que me fui. 

A la salida de local me acompañaron dos chicos y nos fuimos paseando, uno de ellos haciéndome un dedo conforme andábamos por la calle de madrugada. Decía que le encantaba mi culo, pero en ese momento no tenía yo ganas de acción y nos despedimos al llegar a mi portal.

Luego en el apartamento me volví a calentar y ojeando Grindr vi a un turista chileno pollón que pensé que podría arreglarme la noche. El tipo vino a mi apartamento y al natural perdía bastante respecto a la foto, pero igualmente lo tumbé, me senté encima y le hice una paja con el culo hasta ordeñarlo.

La segunda vez en Zona X fue algo mejor. Pasé de hablar y me centré en la acción. Me fui a un pequeño pasillo sin salida al lado de la jaula del sling. Es un sitio recogido e ideal. Empecé a morrearme y mamar a un tipo random mientras al lado alguien enculaba a un asiático a pelo. El tipo random se largó al baño y no supe más de él.

Llegó un tipo vestido, cosa rara, rellenito pero atractivo, con barbita, y se colocó en una esquina haciéndose el interesante. El asiático estaba ahora en un taburete abriéndose de piernas en plan ordinaria. Ordinaria pero flexible. 

Un chico con pinta de inglesito, que no aparentaba más de 18 años (es el tipo de chico al que piden el carnet en la puerta) se me plantó delante. Era muy blanco y delgadito, con flequillo rubio rojizo, no especialmente guapo pero con nalgas firmes y una buena tranca algo desproporcionada para tan poco cuerpo. Aunque le doblaría la edad, el chico me buscaba claramente y yo me arrodillé a mamarle el rabaco, que lo tenía fresquito y duro. Él charlaba con un colega mientras yo le mamaba. 

Con el chaval inglés en mi boca, empecé a acariciarme el culo a través de los suspensorios para provocar al chico de la barbita de la esquina, que pronto se me acercó y empezó a sobarme y comérmelo. Luego arrimó su paquete a través de los vaqueros y lo frotó con mi raja. Se sacó el rabo y fui alternando entre mamar al jovencito inglés y al barbitas. 

El barbitas se puso un condón y me enchufó su rabo allí mismo. Cada vez que hay una penetración en un sitio así, la gente acude a mirar y sumarse, y pronto me vi rodeado por otras tres o cuatro pollas tiesas. Recuerdo al inglesito, a un latino que se parecía a Neymar, a un tipo mayor aunque con buen cuerpo y a la asiática pasiva, que me sobaban y alguno me morreaba mientras recibía por detrás. El barbitas se agobió con tanta aglomeración y salió de mi culo. Ahora algunos de los otros querían ocupar su lugar y turnarse dentro de mí, pero no me encontraba cómodo yo tampoco, así que decidí recoger mis cosas e irme.

En The Vault 139 solo he estado una vez y fue llegar y besar el santo. Estaba aún colocando mis cosas en la bandeja del guardarropa cuando A., un chaval de 26 años, de aspecto indio y bastante lindo, se colocó a mi lado mirándome fijamente. Era más alto que yo, atlético y muy moreno, y había nacido en Sri Lanka. Me preguntó mi edad y me guió a una pequeña cama acolchada en un cubículo. 

Las puertas de estos cubículos son como las de los saloon de las pelis del oeste y aunque las cierres la gente puede observar mientras follas dentro. Así que tuvimos público, algo que en situaciones así me pone a mil. 

A. resultó ser un salvaje, un top dominante y cañero que me colocó a cuatro patas y me enculó como una bestia mientras me tiraba del pelo, me metía las dos manos en la boca y me azotaba las nalgas. Era brusco y bastante borde y acabó corriéndose dos veces casi seguidas dentro de mi culo, en el condón. Cuando se corría, se agarraba a mí arañándome y sus gritos y gruñidos se oían en todo el local. 
Luego de correrse, A. cambió por completo y pasó a ser un tío encantador y educado, nada parecido al salvaje borde que me había follado. Dr. Jekyll y Mr Hyde. 

Me guió cogiendome por la muñeca por un pasillo en penumbra donde nos rodeaban los espectadores de nuetro último polvo, algunos de los cuales me acariciaban las nalgas recien folladas al pasar por su lado, y nos sentamos a charlar en una pequeña sala mientras en la pantalla veíamos una porno de Vito Gallo (actor al que me había cruzado pocos meses antes por la calle en NYC). Me estuvo contando su vida con pelos y señales, su infancia en Sri Lanka y su juventud en Londres. Me dio su número para coincidir otra vez, porque planea venir a mi ciudad en breve. 
Con esa manera escandalosa de follar, no lo puedo traer a casa o los vecinos acabarán llamando a los bomberos cada vez que se corra.

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