En el Hotel Axel, haciendo de cumdump para un daddy multiorgásmico
Nunca me había alojado en esta cadena de hoteles (orientada al público gay) pero había oído cosas muy jugosas al respecto. Por ejemplo, que junto a los típicos carteles para colgar en la puerta de "No molestar" o "Por favor, arregle mi cuarto", tienen un tercer cartel que pone "Por favor, molestar" para que la gente que lo vea desde el pasillo pueda entrar en tu habitación a follarte. O que en la planta del gym, spa y la terraza se monta un putiferio con todo el mundo follando como si fuera una zona de cruising.
Lo cierto es que en la terraza en esta época del año hace frío para follar al aire libre. Imagino que debe ser mucho mejor en verano. Y en el spa apenas había nadie, un par de tipos mayores solos que parecían ir a su bola. Fui a echar solamente un vistazo y no me quedé, pero al salir entraban un par de treintañeros guiris con albornoz, bastante guapos, y nos chequeamos mutuamente bien de arriba a abajo con una sonrisa, pero al final no me quedé porque yo salía ya y además no tenía ni toalla ni albornoz para hacer un poco el paripé antes de ponerles el culo en el jacuzzi.
En cuanto al cartel de "Por favor, molestar" tiene su gracia aunque no es muy útil. ¿Quién entraría en una habitación sin saber lo que te puedes encontrar al otro lado? ¿Qué clase de puta se dejaría follar por cualquiera que apareciese por la puerta? Pues yo, obviamente. Puse el cartel en un par de ocasiones y primero entró un chico de unos 40, delgado con barbita, y la segunda vez entraron un par de tíos sobándose los paquetes por encima de los vaqueros mientras me acariciaban mi culazo recién depilado. Ninguno de ellos estaba en PrEP así que no follamos (yo ya iba preñado y buscaba más corridas en mi depósito). Así que un poco decepcionante el tema del cartel de marras.
Luego, como el ascensor del hotel requiere activación por tarjeta (también es necesaria para entrar desde la calle al lobby a partir de ciertas horas), las posibilidades de poner culo se limitan a ponerlo para los otros huéspedes o para el staff del hotel. Por suerte, es un hotel lleno de gays cachondos buscando sexo, con todo el mundo online en Grindr y chills en cada planta.
VIERNES
Me preparo para pasar una noche a cuatro patas dejándome montar por cualquiera. Enciendo una luz tenue rojiza, me pongo a cuatro patas sobre la cama, en suspensorios con el culo en pompa y un rotulador al lado, y enciendo Grindr.
El primero en venir es un irlandés de 50 años (yo diría que más). Es mayor pero atractivo, un poco silver fox. Llega y se amorra a mi culo dándome lengua. Es un experto comeculos y me hace gemir de puro gusto. Después me da la vuelta y me tumba boca arriba con las piernas abiertas. En esa posición me penetra y me folla suave, mirándome fijamente hasta que cierra los ojos y se agarra a mis piernas entre gemidos, vaciándose dentro de mí.
El segundo en venir es un chico de treinta y algo, norteamericano, con barbita y muy grande de cuerpo, obeso, con una gran barriga. Quiere que lo espere tumbado boca abajo sobre la cama y cuando llega directamente se echa sobre mi espalda y me la mete. El tipo es muy grande pero curiosamente no lo noto especialmente pesado sobre mí. Se mueve mecánicamente mete-saca mete-saca hasta que se corre dentro. No llego a verle la cara aunque lo había visto antes en fotos.
El tercero es un chico autriaco de 24 años. Antes de salir de marcha me dijo que al volver usaría mi agujero para descargar. Cuando le recibo llevo ya dos corridas dentro y eso le excita. Me encula a cuatro patas como a una puta perra, mientras yo sigo buscando rabos en Grindr chateando con otros tíos, hasta que me preña y su leche va a parar a mi depósito junto con la de los dos tipos de antes.
El cuarto es un escocés pelirrojo al que no se le entiende un pijo cuando habla. El tipo además es muy hablador y conforme me está enculando no para de decirme cosas con su acento escocés cerrado, a lo que yo contesto siempre con un "What?". El tío usa mi culo mientras yo miro mi móvil buscando otros activos con ganas de descargar en Grindr. Me dice que yo le encantaría a su novio y me pide permiso para avisarle. Le contesto "What?" porque no me he enterado de nada. A la tercera vez que me lo dice le entiendo y escribimos al novio. Le escribo por Grindr y le cuento que tengo el rabo de su chico en mi culo follándome a pelo conforme le escribo. No tarda en subir. El novio es un chico moreno con gafas, y cuando entra en la habitación y nos pilla follando a cuatro patas se pone súper cachondo. Sustituye al pelirrojo en mi culo y en apenas un minuto se pone a gemir escandalosamente y a vaciar sus pelotas llenas de lefa dentro de mi culo. Cuando acaba se va y me quedo solo con el pelirrojo, que me bate la leche de su novio y no tarda en llenarme él también de lefa. Es la quinta corrida que recibo esa noche y le toca tachar en diagonal con el rotulador los otros cuatro palotes que tengo anotados en la nalga por los preñes anteriores.
Es tarde, de madrugada, pero me escriben desde otra habitación un par de plantas más abajo, donde están seis o siete tíos haciendo un chill. Me visto y bajo. Al entrar en la habitación veo que, aparte de la cama, han colocado una colchoneta en una esquina. Hay varios tíos tirados aquí y allá aunque solo dos follando (un chico latino moreno de 23 años bastante atractivo que encula a otro veinteañero rubio con pinta de alemán y una cara algo rara). Me desnudo y me doy la vuelta enseñándoles orgulloso el culo con las marcas de rotulador, como un niño enseñaría un dibujo recién pintado a su maestra. Los chicos me vitorean y uno de ellos, un chico rapado y muy fibrado, se levanta de la cama y me pone a cuatro patas sobre la colchoneta. Allí me folla tan fuerte, batiéndome las cinco corridas anteriores, que apenas puedo contener los jadeos. El tío está cerdísimo y me usa como un salvaje. Como la colchoneta está en el camino al baño, los otros tíos tienen que saltarnos cuando quieren ir a mear, sin importarles que el rapado esté jodiendo al cumdump sin compasión. El tipo no llega a correrse y cuando sale de mi culo de repente se transforma en otra persona completamente distinta, mucho más amable. Me quedo un rato ahí en la colchoneta, hablando con el latino de 23 años que dice que me follaría pero que es incapaz de correrse mientras folla y entiende que yo lo que quiero es recibir más y más lefa.
Os sorprenderá, pero este es el primer chill al que voy en toda mi vida. He estado en clubs de cruisings, playas de cancaneo, saunas, etc... pero ningún chill. Y además no he tomado nunca ninguna droga salvo poppers. Realmente no estoy muy cómodo en esa habitación, así que en cuanto puedo pongo una excusa y me vuelvo a la mía.
SABADO
Ese día repiten el irlandés, que me vuelve a comer el culo antes de salir de clubs pero no me folla, y la pareja de escoceses, que en este caso solo me folla el pelirrojo porque el moreno de las gafas se acaba de correr, pero se pajea tumbado a nuestro lado mirándonos.
Salgo con un amigo de marcha y acabamos en Boyberry. También es mi primera vez aquí y, al menos a esta hora, no hay apenas acción. Un chico con pinta de árabe, barba, ojos profundos, guapísimo, se me acerca y me besa. Nos morreamos un rato y luego me sonríe y sigue su camino. Estoy un rato también hablando con un chico negro muy guapo, que es un encanto, pero me aburro en el local y decido volverme para el hotel. Allí vuelvo a encender Grindr y me escribe un estadounidense de 41 años, bastante mono y simpático, con cara de pillo y cuerpo atlético, algo cachitas. Me usa como agujero de descarga antes de irse a dormir y me deja allí a cuatro patas, chorreando lefa.
DOMINGO
Vuelvo al hotel a eso de las 20. Es un poco tarde para empezar a recolectar lefazos, pero bueno, pienso que alguno pillaré. El primero en venir es un daddy norteamericano de pelo canoso y cuerpo cachas de gimnasio. Lo recibo a cuatro patas y huelo un poco de popper para dilatar y facilitar que entre. Me encula y pronto acelera su ritmo y su respiración se agita y empieza a correrse dentro de mí mientras gime y gruñe escandalosamente, que se estará enterando toda la planta. Le doy la gracias por su corrida y me voy a levantar cuando me dice "I'm not finished". Nada me preparaba para lo que vendría entonces.
El daddy sigue moviéndose dentro de mí, removiendo su lefa, y luego me ordena que me ponga boca arriba, para poder penetrarme en la posición del misionero. En esa postura me la mete mientras yo acarición sus pectorales, sus deltoides y un montón de músculos marcados que no sé ni cómo se llaman. A los dos minutos comienza a correrse de nuevo "Ooooghhh, Urrrmrmppfff, Ooooohhhh" . Segundo lefazo. Pero no queda ahí la cosa. Cuando creo que ha acabado, vuelve a la carga, un minuto más de metesaca y otra vez los gemidos y los gritos "OOOOooooghhhhm uhhmmmmpffff, aaaaaaaahhhhh". Tercera corrida. Pero no queda ahí la cosa. Cuando termina de descargar, sigue follándome y enculándome y en poco más de dos minutos vuelve a la carga "OOoohhhhhghggg, uuuuuuhhhhhhmmppfff, aaarrohhhhhhhh". Cuarta preñada en apenas diez minutos.
Se levanta y sale de mi preñadísimo culo. Yo estoy que no me lo creo, con los ojos como platos y una sonrisa de incredulidad en la cara. ¿Qué ha sido eso? Había oído hablar de gente multiorgásmica, ¿pero hasta qué punto?. Comienza a vestirse mientras hablamos, yo en la cama aún y llevándome un dedo al ojal para disfrutar de su crema de macho, cuando vuelve a ponerse duro y se baja otra vez los boxers. No doy crédito. El tipo me vuelve a separar las piernas y se mete de nuevo dentro de mí. Al minuto se vuelve a correr. "OOOOgrrrrrrr, uhhhhhhhmppppp, fuuuuuuuuuckk!" Pienso en los vecinos de la habitación de al lado que deben estar flipando. El tío se ha corrido cinco veces en mi culo en poco más de 15 minutos. Se viste y se despide con un "You will never forget your american daddy". Desde luego que no.
Con el culo como una infinity pool de lefa y otras cinco marcas de rotulador en la nalga, me vuelvo a conectar a Grindr y me cambio el nick a un elocuente "Load Count: 5" para ver quién quiere venir a batirme.
Acepta el ofrecimiento el otro americano, el cachitas de 41 años y la cara de pillo de la noche anterior. Llega y le excita profundamente batir cinco lefazos. Le cuento que los cinco son del mismo activo y se queda de piedra. Me usa un rato a cuatro patas hasta que descarga su cremosa corrida dentro de mí una vez más. Me siento inundadísimo, como una presa que a duras penas puede contener tanta leche. Se me escapa de hecho una poca sobre las sábanas de la cama del hotel porque no puedo mantenerla toda dentro. Cambio el nick de Grindr a "Load Count: 6".
Pero aún recibo una séptima corrida esa noche y sí, ya habréis adivinado de parte de quién: del daddy multiorgásmico otra vez. No contento con haberme preñado 5 veces en poco más de un cuarto de hora, al rato de descansar en su habitación, ya tiene ganas de correrse de nuevo, así que me escribe para volver a llenarme. Lo recibo con todos los honores, como recibirían en una tienda de lujo a su mejor cliente, y me dejo encular por última vez por él hasta que me da la séptima preñada de la noche (la sexta suya) y me anota un nuevo palote en mi culo, que a estas alturas de la noche parece ya una hoja de Excel. "Load Count: 7".
¿Y vosotros? ¿Alguna vez habéis servido a un activo multiorgásmico? ¿Tenéis alguna experiencia morbosa en los hoteles Axel? (que por cierto, el hotel muy bien, fue una agradable experiencia).
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