Taladrado por siete

 Abrir Grindr en una ciudad nueva es toda una odisea. Los parroquianos huelen carne fresca y en apenas unas horas tenía más de 350 visitas. Evidentemente la mayoría solo miran por curiosidad, pero unos cuantos me abrieron privado porque querían probar mi culazo. Lamentablemente no pude poner el culo para todos, porque es humanamente imposible, pero en mi modestia hice lo que pude.

Primero llegó un tipo de unos cuarenta y algo. Me había mandado una foto que hacía pensar que era el típico DILF o empotrador dominante, pero luego en persona no se correspondía con lo que me había imaginado. A ver, el de la foto era él. No había truco. Pero era otra clase de tío. Aún así era majo y me puse a cuatro patas para que pudiera correrse y de paso fuera abriendo camino al resto de los que tenían que pasar esa noche por mi culo. Me enculó a cuatro patas y no tardó mucho en correrse dentro, en el condón.

El siguiente era un chico colombiano de 23 años. Cara linda, delgadito fibradito. Nada hacía suponer lo que escondía entre las piernas, una rabo de caballo de 21cm según él, gorda y curvada como la trompa de un elefante y completamente desproporcionada respecto al resto de su cuerpo. Bendita desproporción. Y no solo era pollón, sino que además tenía problemas para llegar al orgasmo así que, infatigable, estuvo destrozando mi culo durante 30 o 45 minutos sin descanso. En todas las posturas. En algunas sentía su rabo entrando en mí que pensaba que me iba a salir por la garganta. En otras era más asequible recibirlo. El chico era además muy dulce, de esos que te miran fijamente a los ojos mientras te taladran y quieren hacerte disfrutar. También me comió delicadamente mi ojal con su lengua para ponerlo a tono y prepararlo para la acción. Finalmente, cuando ya me tenía sin aliento y casi casi pidiendo clemencia, la sacó y acabó haciéndose una paja sobre mi abdomen. Chorros de lefa calentita de twink colombiano cayendo sobre mi piel.

Hice un break para recuperarme y comer un poco de helado. Energía para poder seguir con mi noche de puta. Al poco me escribió un treintañero que tenía su puntito, pelo al uno, algo de vello facial, más vello por todo el cuerpo tonificado y pollón también. Le recibí a cuatro y me la clavó sobre la cama. Él de pie y yo subido en el colchón. Era cañero y dominante pero también más moderado que el de antes. Acabó corriéndose en el condón.

Poco después llego otro cuarentón. Este sí encajaría completamente en el prototipo de DILF. Bisexual, con algo de barba, canas muy bien puestas y un cuerpo grande pero no gordo. Me hizo su puta y me usó como quiso. En misionero, a cuatro patas mientras lanzaba comentarios elogiosos sobre lo abierto y húmedo que tenía mi coño, tumbado mientras yo le cabalgaba, tumbado sobre mí al revés como una X (de esa manera me hacen ver el cielo porque debo tener yo mi punto G ahí justo por ahí). Cuando finalmente se cansó, porque la gente normal llega un momento que se cansa a diferencia del twink colombiano, se hizo una paja y se fue tan contento.

El siguiente fue un venezolano que salía a esas horas de trabajar. Debían ser ya las 4 de la mañana o así. Yo estaba muertísimo pero un rabo es un rabo y además los latinos me encantan. El colchón lo había bajado al suelo para no hacer más ruido y que los vecinos no me odiaran, así que lo recibí así a cuatro patas y él llegó, se desvistió y empezó a acariciarme y darme cachetadas. Me entró como la seda porque a esas alturas de la noche mi culo estaba ya abierto de par en par y mojado. Mojado no, chorreando. Le dije que era el quinto rabo de la noche y eso le excitó. No tuvo compasión de mi pobre ojal y me embistió una y otra vez, hasta el fondo. Yo me caía de sueño y el culo me ardía pero él seguía usándome a conciencia. Al final me preguntó dónde quería su leche y le dije que dentro, en el condón, así que me puso de lado y se hizo una paja con las paredes de mi trajinadísimo trasero hasta que le saqué toda la leche que traía.

Debían ser ya las 5 de la mañana cuando llegó el sexto. Era un chico de unos 30 años, más bien bajito pero pura fibra, ni un gramo de grasa en su cuerpo. Había estado tomando a saber qué y venía perjudicado, no se empalmaba. Finalmente dijo que quería mamármela así que me la saqué y dejé que se amorrara a mi polla. Tenía una boca suave y cálida y mamaba con delicadeza, así que no tardó en ordeñarme y sacarme toda mi leche.

Me fui a dormir porque no podía más. Había un chico guapísimo de 25 años al que al parecer le había gustado y me invitó a irme a tomar algo con él y un amigo, pero yo a esas horas era un zombi ya. Al día siguiente me volvió a escribir un par de veces pero no pudimos concretar. 

Sí concreté con un tipo de la misma calle, treintañero, rapado. Yo aún estaba dolorido por la noche anterior pero el tío era insistente. Quería que buscáramos otro activo y que pusiera el culo para los dos porque decía que él no iba a aguantar mucho dentro. Al final la idea del trío no prosperó y me usó a cuatro patas para, efectivamente, correrse en unos minutos. Pero estuvo bien, no estaba yo para muchos trotes.

No habían pasado ni 10 minutos y me había dicho a mí mismo que ya estaba bien por hoy, cuando me escribió otro chico de 23 años. Quería una descarga práctica "llego, me corro y me piro" y mi culazo está precisamente para eso. El chico estaba bastante bien, buen cuerpo, bronceado por el sol, con vaqueros, una camisa clara suelta, mochila al hombro, un pendiente en la oreja y algo de vello facial. Apenas pude verlo un par de momentos, mientras me obligaba a mamarle y luego cuando ya se estaba vistiendo. El resto del tiempo lo pasé a cuatro patas recibiendo sus azotes y sus embestidas. También me comió un poco el ojal mientras me decía "Qué culazo, cabrón". Me la metió y se sorprendió de lo fácil que me entraba. "¿Te han follado ya antes, verdad?" me preguntó inocentemente. Le contesté que era el séptimo en unas horas y eso le puso burrísimo. Así que se puso a clavármela hasta el fondo embistiéndome como un animal. Al rato de embestirme cada vez más salvaje, chocando contra mi culo pam-pam-pam-pam, noté su respiración cada vez más entrecortada hasta que acabó liberando toda su lefa acumulada dentro de mi culazo. Se sacó el condón lefado, lo anudó y lo puso en la mesita de noche al lado del condón del tipo de antes. Era el quinto tío que se corría dentro de mi culazo en 24 horas.

Comentarios

  1. Menudo trote jaja cómo debe quedarse el culo después de algo así. Me gustaría tener un culo tan aguantador, por desgracia no soy tan buen pasivo. Muy bien descrito todo, me encanta cómo te quedas con los pequeños detalles de cada tío aunque solo vayan a reventarte un rato, le da mucha riqueza al relato.

    Un abrazo,
    Gato Rojo 🐾

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    1. Gracias, Gato. La verdad es que hay veces que tengo el culo mojado y ardiendo de tanta caña, pero aun así sigo poniéndolo porque me gusta demasiado que me usen y además me sabe mal dejar a un activo sin correrse. Nuestra obligación como pasivos es poner el culo cuando necesitan un agujero.

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  2. Madre mía ! Y prácticamente todos polvazos. Nada de dos meneos y se acabó, jeje...
    Me alegro que tuvieras una noche/madrugada tan prolífica y bien aprovechada.
    Me la has puesto de dura de pura envidia, jajaja...

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    1. Gracias. Aunque también me gustan los de "dos meneos y se acabó", que así me dejan el agujero libre pronto y puedo ponerme a recibir a más tíos jaja.

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    2. No lo dudo, jajaja... También tienen su gracia .Te mantienen el culo despierto y dilatado, preparado para los siguientes. ;- )

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    3. Jaja, ya te digo. Hay veces que he estado a cuatro patas recibiendo a alguno mientras con el móvil iba buscando en Grindr al siguiente. Eso pone muy burro al activo que te está dando caña en ese momento.

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