Un macho de barrio me la clava hasta el fondo y mea dentro de mi culo

Me encanta recibir a cuatro patas. Me excita esa espera ofreciendo culo, en un colchón en el suelo o encima de la cama, mientras escucho al activo de turno entrar en el piso, cerrar la puerta y bajarse la cremallera dispuesto a utilizarme. La mayoría de las veces son repetidores o habituales, pero me excita incluso más cuando es un desconocido. Porque difícilmente se puede ser más puta que ofreciéndose como agujero de descarga a un desconocido, un tío random que está cachondo y que solo ve en ti un agujero usable, un tunel de carne anónimo donde meterla y frotarse mecánicamente contra sus paredes hasta correrse y luego adiós muy buenas, si te he visto no me acuerdo. 

Después de eso hay algunos que te dan conversación, generalmente superficial aunque otras veces va más allá y podemos hablar durante horas hasta un posible round 2, pero hay otros que se suben la bragueta y se piran en cuanto han vaciado sus pelotas, dejándome ahí usado y feliz de haberles servido como alivio y como alternativa a usar su mano. Mejor en culo que en mano, que descansen de hacerse pajas. Además, usando mi culo para descargar ahorran en kleenex. Es una situación win-win. 

De la modalidad de los que dan conversación, me folló el otro día un negro londinense (aunque residente en Dublín) con un rabo tan enorme que apenas me cabía en la boca. Ya nada más llegar me pidió ir al baño porque tenía que mear, y cuando se sacó el rabo para hacer pis, le vi una polla tan de caballo y un glande tan enorme color violáceo que parecía un consolador de goma. Casi grito de susto al verlo, aunque luego mi culo lo recibió como un campeón.

De la modalidad de los que no me dirigen la palabra y me usan como si no fuera más que un agujero, este finde me usó un chaval guapísimo de 23 años (no le vi la cara hasta que hubo acabado), que ni se molestó en quitarse la ropa, me folló hasta con el abrigo puesto, y llegado el momento se subió la bragueta y salió de la habitación del hotel sin dirigirme la palabra en ningún momento.

De estos también se ha pasado recientemente un "cliente" habitual, también de 23 años aunque la primera vez que me folló debía tener 22, latino de tez bronceada y muy delgadito. Se le ve buen chico. A veces me escribe en mitad de la noche en fin de semana, cuando está de marcha por la zona donde vivo, y se acerca a mi piso para una descarga rápida. Lo espero siempre a cuatro patas sobre la cama y él me la enchufa y comienza a moverse mete-saca-mete-saca sin descanso hasta que se vacía hasta la última gota como un campeón. Este a veces me habla un poco luego, mientras se viste o descansa por el esfuerzo.

Todas estas experiencias son morbosas, aunque la palma de estas últimas semanas se la lleva un macho de barrio espectacular aficionado al sexo dominante y kinki, que es quien da título a esta entrada del blog. Debe tener en torno a los 30 años, moreno de pelo corto, barba de dos días, voz grave y aspecto de macho hetero con cuerpazo moreno y fibrado y algún tatuaje. Se le ve muy masculino y con actitud de chuloputas, y desde el primer momento me deja claro que no me considera más que eso: una puta. Pero de las baratas.

Me había escrito ya hacía tiempo y habíamos chateado (él siempre llamándome guarra) aunque nuestras interacciones se habían quedado en eso, en palabras. Hasta esa noche. Esa noche vuelve a escribirme para llamarme guarra y decirme que está muy caliente y que quiere usarme un rato y posiblemente mearme dentro. A un macho así no se le dice que no a nada, así que me preparo y lo invito a venir, pese a que no confío del todo en que el perfil sea real o en que él se parezca de verdad al tío cañón de las fotos. 

Me pongo a cuatro patas culo en pompa en cuanto siento el ascensor llegando a mi planta. Oigo que entra y cierra la puerta. Escucho sus pasos hasta el dormitorio. Llega y sin siquiera quitarse la ropa comienza a azotarme una y otra vez, una y otra vez: "Eso, gime, gime" me ordena mientras yo obedezco con cada nalgada. Después me la mete en la boca y me obliga a chupársela mientras aspira poppers, hasta casi asfixiarme con su pedazo de carne hasta mi garganta.

Me pasa el popper y me hace que me ponga a cuatro patas, con mis manos abriéndome el culo ofreciéndome mientras pido polla. 

"Pide polla, puta. Dime 'quiero polla'". Lo hago y me la mete a pelo hasta el fondo, sin lubricante. "Qué guarra eres" me piropea mientras me taladra y me azota, cada vez más fuerte. "Eres un agujerito y ya está". 

Me encula ahora frenéticamente, a saco, sin compasión, como un animal, agarrándome las manos por detrás de la espalda mientras yo tiemblo y gimo con cada embestida. "Gime puta, gime que te oiga", me ordena, "Abre ese coño, pajéame con él la polla. ¿Te caben dos pollas en el coño?" y me tira del pelo mientras me encula y me azota sin parar. 

Me da la vuelta y puedo verle por primera vez. No solo es el mismo tío de las fotos, sino que es incluso más espectacular en persona; puro músculo, fibra y testosterona, con una cara de chulo de barrio, muy guapo y masculino al mismo tiempo. Me tira al suelo, a cuatro patas como una perra, propinandome nalgadas con la mano abierta, y me mete sus dedos sin ningún cuidado. "Woooow, pedazo de guarra, tío, qué puta. Quiero mearte dentro del culo. Te estás ganando mi meada", pero no lo hace aún. En vez de eso me mete el rabo y me obliga a autoencularme, a restregarme contra su rabo, a ordeñarle con mi agujero de uso público. "Si paras te doy de hostias, puta". Pero no puedo parar, estoy a mil. 

Volvemos a la cama y continúa dándome rabo a pelo por boca y culo, mirándome intensamente mientras lo hace. Me tiene completamente a su merced, con mi voluntad anulada, sirviéndole con mis dos agujeros abiertos de par en par para que haga conmigo lo que quiera. Me vuelve a poner de rodillas en el suelo y me ordena que le lama los huevos. Mientras lo hago me pregunta dónde quiero su meada. "Dentro del culo" le pido a mi macho y eso le excita. 

Me da la vuelta, me pone a cuatro patas y se coloca detrás, con la cabeza de su pollón empalmado apuntando a mi ojal, y es entonces cuando comienza a mear. Al principio solo un chorrito, que noto caliente conforme se estrella contra mi puerta trasera. Inmediatamente empuja y me la clava hasta el fondo. Mi culo está tan abierto que no ofrece resistencia y me la puede meter hasta los huevos, piel con piel, nalgas contra pelvis, su polla hundida dentro de mí. Y es entonces cuando empieza a soltar la meada del siglo, una burrada de meos que debía llevar la vejiga a tope desde que salió de casa, llenándome durante por lo menos un minuto de reloj.

"Uoooohhhhhh..." - le escucho gemir de gusto - "Uaaaaaahhh, jooodeeeeer...", con placer y alivio mientras vacía su vejiga dentro de mí. Yo sonrío triunfal, orgulloso de que me usen como si fuera un urinal,  con el depósito lleno de la meada de un chuloputas del que no sé ni su nombre. "Tooomaaaa" continúa diciendo él "Toma cabrón..." mientras noto mi culo llenándose de su meada caliente, como si me estuvieran poniendo un enema de meados de macho. Está marcando su territorio como los perros, y ese territorio soy yo, una puta perra a cuatro patas para que le rellenen de meos, lefa o lo que haga falta. 

Cuando la saca, su meada desborda mi culo y cae desde mi ojal rebosante como una cascada sobre el suelo del dormitorio. Estamos ahí bajo la luz tenue y rojiza de la habitación, yo a cuatro patas y él de rodillas detrás de mí, los dos sobre un charco de pis. Me la vuelve a meter y a sacar, una y otra vez, follándome mi culo meado. Su rabo ahora hace un sonido de chapoteo mientras me encula, porque mi túnel de carne está mojadísimo y aún llevo buena parte de su meada dentro de mí. 

No llega a correrse. Una pena, porque la guinda perfecta habría sido una buena preñada, mezclar sus meos con su lefa bien profundos dentro de mí. Le habría dejado hacerlo, por supuesto. Que un macho así te use como agujero de descarga es motivo de orgullo. A un macho como ese no se le dice que no a nada. 

Comentarios

  1. Ufff... Espectacular ! Me dejas con la boca abierta y el rabo chorreando !!!

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    1. Jeje, no tan chorreando como yo ese día. Gracias por comentar :)

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