Enculada multirracial en la sauna

JUEVES NOCHE

Estoy en una habitación de hotel con jacuzzi, que hacía años que no me veía en una situación igual. Es de noche y me he ganado mi momento de relax después de un largo día, así que decido probarlo y me meto a darme un baño. Cuando activo el hidromasaje, un chorro de agua sale potente en dirección a mi ojal (ya hago yo por donde para que apunte a mi ojal) y ese chorro de agua percutiendo sin cesar en mi agujero de uso público me pone instantáneamente cachondo. Ahí estoy gimiendo y restregándome contra el chorro de agua, y de repente necesito que ese chorro no sea de agua sino de jugo de macho, así que enciendo Grindr dispuesto a dejarme preñar por el primer tío en PrEP que me escriba, sea quien sea. 

Es difícil encontrar a alguien a esas horas, pero me escribe un tío bastante insistente, blanco y de mediana edad, que no está mal aunque no me atrae especialmente, pero me da igual. El caso es que consigue entrar en el hotel, pese a que la puerta a esas horas ya está cerrada para todos los que no son huéspedes, y sube a mi habitación donde le espero desnudo y mojado dentro del jacuzzi, con el culo en pompa. Se quita la ropa, rabo tieso, y desde el jacuzzi de rodillas se lo mamo para lubricarlo de cara a la enculada. Él no quiere entrar en la bañera porque no quiere mojarse, así que salgo yo, chorreando y me pongo desnudo a cuatro patas sobre el borde del jacuzzi, mirando a los ventanales y deseando que alguien nos vea desde los edificios de enfrente. Él gruñe de satisfacción al ver mi agujero y me la clava del tirón. Me encula suave, los dos completamente desnudos, yo mojado y él seco, oliendo poppers para ponernos aún más cerdos. Dice que no quiere correrse todavía, que quiere disfrutar de mi culo, pero a los pocos minutos no aguanta más y me preña. Se lava, se viste y me deja ahí mojado y desnudo a cuatro patas chorreando leche.

Al rato me escribe para preguntarme si ha venido a usarme alguien más después. Le contesto que no, pero le cuento mis planes de ir a la ciudad al día siguiente. 

- "Allí vas a encontrar todas las pollas que quieras. No te pierdas la sauna Vapor" (nombre inventado*). Tomo nota del consejo.


VIERNES

Me despierto cachondo pensando en el polvo al borde del jacuzzi y vuelvo a encender Grindr. Hay un chico negro americano, de Nueva York, que está de visita en el mismo hotel que yo. Son las 8 y pico de la mañana y me escribe desde el gimnasio del hotel. Le digo que tengo poco tiempo porque tengo que estar en un sitio a las 9 y debo hacer el check out, así que le indico mi número de habitación para algo rápido y al momento lo tengo picando a la puerta. Abro y entra un negro cachas con actitud de macho dominante, vestido con una gorra, unos pantalones cortos y un tank top como de jugador de baloncesto (aunque él es de estatura normal). Nos desnudamos por completo y me arrodillo ante su rabo, admirando de paso sus muslos y su torso cachas recien hipertrofiado en el gimnasio. Su rabo apunta al techo y me lo meto en la boca mientras compruebo su cara de satisfacción. Me hace que le mame los huevos, que le chupe los pectorales como un corderillo chupando teta y que le lama los sobacos. Viene del gimnasio pero se ha duchado antes y no le huelen, pero me excita muchísimo hundir mi cara en su sobaco y olerlo y lamerlo. Después se tumba y yo sigo de rodillas mamando y mamando hasta que me anuncia que se va a correr y todo ese cuerpo musculado se pone en tensión y comienza a inundarme la boca de lefa que me trago encantado, que no había tenido tiempo de desayunar. 

Mientras tomo un café en un local cercano para acompañar la leche cremosa que me acabo de beber, me informo sobre la sauna que me comentó el tipo de la noche anterior. Solo he ido a una sauna en mi vida (una de capital de provincias, bastante pequeñita y con poca clientela, en la que me acabó enculando en la trastienda el chico cubano que atendía a la entrada. Ya conté esa historia por aquí). Esta otra sauna no tiene nada que ver con aquella. Es enorme. Tiene las zonas típicas de cualquier sauna, pero también tiene áreas comunes de folleteo y luego multitud de habitaciones para alquilar por horas, donde puedes ponerte a cuatro patas ofreciéndote con la puerta abierta para que te monte quien quiera y cumplir tus fantasías de cumdump. Suena morboso sobre el papel, pero en la práctica no tanto (cuando fui el sábado ya era tarde y todas las habitaciones estaban ocupadas, así que me conformé con una taquilla, pero me dio la sensación de que nadie hacía caso a los chicos que estaban ofreciéndose en las habitaciones, y eso que había uno en concreto con un culo precioso. Todo el cruising sucedía en los pasillos y en las zonas comunes, y ya desde ahí la gente se iba a follar donde podía).

De hecho la noche que yo fui solo vi dos habitaciones que parecían disfrutar de un cierto éxito. En ambas el inquilino dejó la puerta abierta para que la gente lo viera follar. En una, un chico de raza mixta, ojos rasgados y gran culazo, al que montan a cuatro patas sobre la cama un montón de tíos buenos sin cesar. En la otra, un negro alto e imponente, con una gorra y un ordenador portátil, que usa sin piedad el ojal de un twink blanco y delgadito, mientras mira porno en la pantalla del ordenador. Sus amigos (son una pandilla de tres o cuatro, todos negros, a uno de ellos le hice una mamada) se pasan a saludarlo y se sientan en la cama a hablar con él mientras monta el culo del chico blanco como si fuera un muñeco hinchable con el que no hay que tener ningún cuidado ni consideración.

SABADO

Finalmente voy a la sauna. Al principio el sitio no me gusta mucho. Son las 22 o las 23 de la noche y no hay apenas acción, solo un montón de habitaciones con la puerta cerrada y gente en toalla cruzándose por los pasillos mirándose distraídamente. Hago contacto visual con varios chicos pero la acción tarda en llegar. El nivel de los tíos es bastante alto. Hay gente de todas las edades, razas y complexiones, pero la mayoría son treintañeros de muy buen ver. Siempre que haya luz para verlos, porque la mayoría de zonas comunes de folleteo son tan oscuras que no distingues nada ni a nadie.

Una de las pocas salas comunes ligeramente iluminada es en la que está la cabina del DJ, con unos sillones de cuero negro dispuestos en forma de "U" en torno a la cabina, iluminados por el ligero resplandor de unas pantallas donde proyectan porno. En el centro, bajo la cabina del DJ, hay una plataforma acolchada por si quieres follar delante de la gente de los sofás.

Después de varias putivueltas me acomodo ahí, y el chico que hay sentado a mi izquierda me habla para romper el hielo. El tío está tremendo, es un egipcio en la treintena, de piel tostada, con barba espesa y pecho y abdomen velludos. Está despatarrado con la toalla tapándole el rabo. Es un tipo muy majo y tenemos una buena conversación antes de que lleve su mano a mi muslo y su boca a la mía. Un beso húmedo mientras retregamos nuestras respectivas barbas, la española y la egipcia, y aprovecho para palpar ese torso moreno y velludo que me tiene cachondo perdido. Me arrodillo y él se quita la toalla para descubrir un rabo oscuro y duro que me meto en la boca y saboreo y me lo trabajo con todas mis habilidades. La cosa de momento no pasa de magreo y sexo oral, y él se va a darse una ducha mientras yo me quedo sentado en el sofá. 

Conforme el egipcio (Mohammed) sale de la sala, giro mi cabeza a la derecha y veo que el chico que tengo sentado a ese otro lado me está sonriendo. Os presento a Jonah, un negro de 34 años, alto y fuerte, con pelo afro muy corto teñido de platino, un rabaco descomunal y un culo como una plaza de toros. Al chico me lo había cruzado varias veces por los pasillos y nos habíamos mirado tímidamente (me ponía muchísimo) pero ahora ahí sentados rompe el hielo con una sonrisa y una buena conversación. Estamos por lo menos veinte minutos hablando y luego me pide que le haga el mismo servicio que al egipcio. Así que me arrodillo y me pongo a comerle el rabo, pero es tan grueso que a duras penas me cabe por la boca.

Cambiamos de escenario y me lleva a una pequeña sala al fondo de ese pasillo, con iluminación aceptable y algo parecido a un potro de los de las clases de educación física. Me coloca en el potro a cuatro patas, me lubrica, me ofrece un poco de popper y me mete su rabazo negro a pelo. Jonah se sorprende porque dice que la mayoría de los pasivos no pueden con un rabo tan grande como el suyo, pero claro, la mayoría de los pasivos no tienen un ojal del tamaño del Canal de la Mancha. Me encula sobre el potro, aunque para ser sincero casi todo el trabajo lo tengo que hacer yo, soy yo quien se autoencula, me muevo y me retuerzo metiéndome ese rabo mostrenco por el culo. 

Hacemos un break y me vuelvo a la sala de los sofás y la cabina de DJ. Conforme me siento, el chico que está ahora ocupando el sitio donde antes estaba Jonah, se me queda mirando fijamente y me señala su rabo. Es un asiático bastante atractivo, pelo largo, cuerpo tremendamente atlético y piercings en los pezones. Nos habíamos cruzado varias veces por los pasillos y ya había visto que no me quitaba ojo. Así que me pongo otra vez de rodillas en la misma sala y se la como al tercer tío de la noche. El asiático es solo activo oral. Luego más tarde también se la chuparé a un par de afroamericanos (un daddy cachas bastante guapo con barba canosa, que me dice que se ha corrido hace poco y por eso no podrá follarme, y uno de los amigos del negro del ordenador portátil que estaba destruyendo el ojal del twink en su habitación; este con barba oscura y cuerpo fibrado, muy majo). Aparte de estos, también me enrollo con un twink indio de cara muy simpática y culo fibroso, que no busca sexo con penetración (ni oral ni anal), solo quiere mirar, besar y restregarse contra mí como un perro se restriega contra una pierna. Me lo cruzo muchas veces esa noche y siempre se me acerca sonriente y se pone a restregarse.

Otro twink, este norteamericano blanco, delgado y con una cara muy linda, también me mira sin ningún disimulo cada vez que nos cruzamos, así que decido dar el paso y nos metemos en una especie de cuarto oscuro que hay detrás de la cabina del DJ. Ahí el chaval me tumba en un sling y usa mi culo hasta que anuncia que "I'm coming, I'm coming" pero no llega a correrse.

Jonah, el BBC, vuelve a encularme varias veces más a lo largo de la noche. Tampoco se corre, pero cuando se cansa de darme por culo, saca su rabo oscuro del tamaño de un trolebús y cede mi agujero abierto como una gran "O" a quien haya allí de espectador en ese momento. Después se coloca a mi lado acariciándome y disfrutando de ver cómo me enculan. En una ocasión es un chico latino el que toma su lugar, quien me taladra el culo fuerte en el potro mientras Jonah y otros tipos del local me soban con sus manos. Y en otra ocasión el que toma el lugar de Jonah es un chico mono y algo grandón, que parece brasileño. Ese trata de follarme de pie en la habitación del potro (el potro no está libre) pero como resulta incómodo, nos vamos a la sala de los sofas en "U" y me encula a cuatro patas en la plataforma acolchada que hay bajo la cabina del DJ, mientras los tíos que hay sentados en ese momento en los sofás disfrutan del espectáculo y algunos se pajean por debajo de sus toallas.

El que regresa también después es Mohammed, el treintañero egipcio guapo, barbudo y velludo. Usa mi culo un rato en el potro (entre el potro y la sala de los sofás me paso casi toda la noche) y a la hora o así, cuando ya está cansado y tiene ganas de correrse e irse para su casa, me busca y me dice que "Let's finish what we started before", así que vuelvo a ponerme a cuatro patas en el potro y le ofrezco mi culazo en pompa para que pueda vaciar sus huevos e irse relajado a casa. Me agarra por las caderas con sus brazos velludos y me encula frenéticamente delante de un chico latino con gorra que hace de espectador, hasta que explota en mi interior y me llena hasta las trancas con su corrida de macho musulmán. Cuando sale de mi culo, el latino de la gorra toma su lugar, pero con condón. Me bate la leche del egipcio y acaba sacando el rabo y quitándose la goma a tiempo de regarme las nalgas de rica lefa.

Podría estar ahí toda la noche, porque no paran de entrar tíos a cada cual más bueno que el anterior. Me encanta la mezcla de razas y colores que hay en el local, es como ir a una heladería y probar todos los sabores en vez del boring white de siempre. Pero llega un momento en que me noto cansado y con sueño y decido irme al hotel, que lo tengo en la calle de al lado. Pero ese breve paseo de camino a casa me despeja y al llegar a la habitación enciendo Grindr. Me escribe un veintañero fibrado y bastante atractivo, de raíces latinas aunque solo habla inglés, que está a 100 metros. Le digo que voy preñado, pero que si quiere puede venir a correrse dentro también y hacerme una marca con rotulador en la nalga junto con la de Mohammed. Dicho y hecho. Se presenta en mi habitación y se tumba sobre mi espalda -mete saca mete saca- hasta que comienza a gemir con la respiración entrecortada y noto la cremosidad de su lefa inundándome el culazo, sus espermatozoides yendo a hacer compañía a los del macho egipcio como buenos hermanos. Conforme saca su rabo, me pongo a cuatro patas contoneando mi culo orgulloso para que me anote su marca de rotulador. Se ríe y me dibuja un palote torcido junto al que ya tenía.

DOMINGO

Duermo hasta mediodía, pero ya a la tarde (casi está poniéndose el sol) veo conectado cerca un chico indio de 21 años, pero no un indio cualquiera, sino un sikh con su turbante, su barba y bigote espesos y su mirada de Sandokan. A estos nunca los he catado antes, así que le ofrezco mi culo para que se divierta un rato.

Llega el chico con su turbante blanco en contraste con la piel morena, guapo, muy velludo, con barba completa y mirada intensa. Nos magreamos y desnudamos. Se recuesta en la cama abierto de piernas con el rabo oscuro tieso apuntado hacia el cielo. Yo me arrodillo ante semejante macho y se la como. Conforme le lamo polla y huevos, miro hacia arriba y admiro su espesa barba y el turbante blanco, su boca entreabierta disfrutando del placer que le doy con la mía. Entonces me agarra del cuello y me fuerza a metérmela hasta el fondo de la garganta que casi no puedo respirar. Resulta que el chico de 21 años es todo un dom top.

Dicen que los sikh son la religión de la paz, el respeto y el estar en armonía con el Universo, pero menudas hostias como panes me mete el indio. Me abofetea, me azota el culo, me hace gagging hasta casi ahogarme, me encula a cuatro patas mientras me introduce los dedos de ambas manos en la boca como las bridas de un caballo y me la abre.

Me encula a pelo a pesar de no estar en PrEP, porque le da la gana y ahí manda él, pero le pido que no se corra dentro, aunque dudo de que le importe lo que yo quiera. Para él el pasivo está para someterlo, soy una puta perra obligada a darle placer y disfruta recordándomelo y humillándome mientras me usa. Me encula en todas las posiciones, sobre todo a cuatro patas como a una vulgar perra. También en postura del misionero, mirándome intensamente mientras recibo sus embestidas hasta lo más hondo abierto de piernas. Finalmente nos bajamos a la moqueta, él tumbado de espaldas y yo cabalgándole. Me tiene cachondísimo, disfruto ordeñándolo a culetazos, cada vez más fuertes, cada vez más sonoros conforme mis nalgotas chocan contra su pelvis. En esa postura él no aguanta más y empieza a decir “I’m gonna cum, I’m gonna cum”. Hay que tener mucha fuerza de voluntad para levantarse en ese momento de ese rabo y de ese macho y no dejar que me preñe con su leche de tigre, pero lo hago y percibo la rabia en su cara por tener que correrse fuera del culo de la puta, mientras chorros de su leche salen disparados hacia su abdomen.

Cuando se va, viene el siguiente que estaba en espera. Un asiático circuitero de 34 años, cachitas y con una habilidad para comer culo que me hace ver el cielo. Lo come con delicadeza, pasando la punta de su lengua por todos los sitios correctos mientras yo no puedo parar de gemir. Qué polvo más distinto al del chico sikh. Finalmente me encula en postura del misionero y me abro de piernas para que pueda vaciar sus huevos dentro de mí. Conforme termina de llenarme, me doy la vuelta y le pongo el culo en pompa para que pueda anotarme una marca con el rotulador.

Para terminar el fin de semana, al filo de la medianoche me escribe otro chico de 29 años que vive a dos calles, un negro jamaicano alto y con buen cuerpo, con una pañoleta oscura cubriéndole el pelo. Pero lo que más me llama la atención de él es su enorme pollón curvo. Tan curvado que no soy capaz de metérmelo por el ojal cuando me pide que me siente encima de él. Es literalmente imposible, es como una de esas piezas de Tetris que nunca sabes cómo encajar. Él tiene más práctica metiendo su herramienta por agujeros, así que al final me encula a cuatro patas, con condón, dando de sí mi ojal durante lo que parece una eternidad.

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