Polvazo salvaje

Escribo esto todavía con el culo caliente y palpitándome por el pedazo de follada que me acaban de dar.

 Él es un chico latino de 25 años. Muy guapo, de rasgos finos casi andróginos, ojos somnolientos y una larga melena oscura que lleva recogida en coleta. Es un poco Tarzán imberbe, un poco Mowgli, pero muy bien desarrollado; con un pollón enorme, morbazo y aguante para dar y tomar. Le palpo el paquete y me llevo la primera gran sorpresa de la noche. Me arrodillo a presentarle mis respetos y comienzo a mamarle y a duras penas intentar metérmela en la garganta hasta los huevos.

Él se tumba en el sofá y yo continúo de rodillas mamándole el rabo y olfateando sus huevos mientras con su mano va en busca de mi culo, me mete sus dedos, distiende mi ojal y no para de darme nalgadas, muchas, incontables, cada vez más fuertes y sonoras.

 A los pocos minutos ya se ha roto el hielo y la cosa fluye. Él es morboso y dominante. Quiere jugar con mi culo, usarlo, probar sus límites. Yo estoy para lo que él mi pida. Me pone de rodillas sobre el sofa, se pone el condón, me escupe en el ojal, un poco de lubricante, poppers y ya está dentro de mí. Es enorme y caliente y la noto abrirse paso hasta lo más hondo. Gimo del gusto.

Comienza a encularme cada vez más rápido, chocando contra mí, el sofá brincando (pobres vecinos) y sus manos azotándome con dureza en las nalgas mientras me la clava. Se frena y me da estocadas bruscas. Me pide que me encule yo mismo y así lo hago. Me pide que me separe las nalgas con las manos para que haya mayor roce entre mi ojal y su polla, y por supuesto también lo hago.

Nos vamos al suelo, sobre la alfombra. Estamos a 1000 los dos. Me monta a cuatro patas, luego a caballito o perrito o como quieras llamarlo. "Tienes el coñito muy abierto" me dice. "Jaja, me cabrían dos" le contesto. Pero estamos solos él y yo, así que una bombilla se me enciende en la cabeza y agarro un consolador para intentar una doble penetración de carne y goma. Estamos a 4 de enero y ya es mi segunda doble penetración del año.

Me meto el consolador (es de tamaño considerable pero entra sin ninguna dificultad ni apenas roce) y me lo sujeto con los dedos para que no se salga. Él me mete su barra de carne a la vez. Mi culazo se abre de par en par para recibir esas dos pollas, la caliente y la fría. Él acelera el ritmo, yo me abro de piernas para recibirlo hasta al fondo. Llevo los brazos hacia atrás y acaricio sus nalgas, que se comprimen con cada embestida dentro de mi culo. Son de piel sedosa, sin vello, y están sudorosas. Las aprieto contra mí, pidiéndole que me llene aún más, que no quede ni un puto milímetro de su rabo fuera de mi ojal. Gemimos, nos frotamos pelvis contra culo, nos restregamos el sudor, sus manos agarrándome del cuello o tapándome mi boca mientras no para de encularme. En una de esas embestidas (llevamos como 45 minutos o casi una hora sin parar) el condón se le sale y se queda colgando de mi agujero.

Paramos y se tumba boca arriba para que pueda mamarle. Lo hago. Su rabo, sus huevos, él se va abriendo de piernas y se va pajeando mientras yo desciendo olfateando como un buen perro sus huevos sudorosos y su ojal. Me guía la cabeza hacia su culo así que saco la lengua para darle lametazos a ese botón rugoso entre sus nalgas, lengüetazos para mojárselo y saborearlo. Él mientras no saca sus manos de mi culo. Tiene metida la mano con lubricante hasta los nudillos. Pretende fistearme mientras yo lamo su ojal con mi lengua. Solo para momentáneamente si le aparto yo la mano, pero luego vuelve a intentarlo y me da unas cuantas nalgadas de propina con la mano abierta, que resuenan en toda la habitación y me hacen gemir y sonreír.

Continúa pajeándose y me pide que ponga la boquita en la punta de su polla. Quiere correrse dentro de mi boca. Me pide que la abra, así que lo hago y acoplo mis labios a su glande húmedo formando un tunel. En nada empiezo a notar los trallazos de lefa caliente estallando en mi boca, chorros de leche de macho con su inconfundible sabor, en mi lengua, que se mezclan con mi propia saliva conforme el chico descarga.

Nos lavamos bien, se ducha y quedamos en repetir otro día para llevar a cabo esa doble penetración que tenemos pendiente con dos pollas de verdad. Lo he deslechado con la boca no hace ni 10 minutos, pero en la puerta cuando ya se va me agarra de la cintura, me baja el pantalón, me pone contra la pared y empieza otra vez el festival de las nalgadas. Presiona su paquete contra mi culo y lo noto otra vez duro. Se la saco y la meneo un poco. Me froto de espaldas contra su pelvis y noto como unos pocos centímetros de su  rabo duro entran de nuevo en mi culo abierto, pero ahora a pelo. Ahí paramos, y menos mal, porque no hubiera podido seguir ni dos minutos más después de la caña que me ha dado durante más de una hora.

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