Follada multirracial (un indio, un tailandés y un iraquí)

Estoy de paso en una ciudad del norte y enciendo las apps. Me entra un tío de 25 años, inglés de origen indio, con unas fotos tan discretas que es difícil hacerse una idea de cómo es. Quedamos en la calle y cuando llega es un chico indio muy indio, piel oscura, melena negra recogida en coleta, cejas espesas y unos ojos muy profundos. Es delgado fibrado y algo menudo, sonriente y hablador porque está algo nervioso. Charlamos un rato de camino al apartamento y allí de momento nos quitamos la ropa y nos retozamos por la cama.

Me tumba y me la chupa con dedicación. Le pido que se suelte el pelo y veo su melena y sus ojos intensos conforme se pone un condón y me penetra en plan misionero. Le doy azotes en su culo, fibroso y cubierto por bastante vello, para espolearlo y que me folle más fuerte. Me folla a cuatro patas también pero el polvo, por decirlo de alguna manera, acaba demasiado pronto. Él se va y yo me quedo ahí, abierto y con ganas de más.

Las aplicaciones están bastante muertas. Me entra una pareja interracial (un chico de oriente medio y otro nórdico) que insisten en que vaya a su piso, pero pilla en el quinto coño. Fuera de eso, nadie, así que pongo en marcha el plan B. En lo bajo de la calle, doblando la esquina, hay un sex shop que según he leído tiene una cuarto oscuro al fondo. Voy para allá, pago la entrada al señor del mostrador y entro en el laberinto.

Y es enorme, para mi sorpresa. Está dividido en tres niveles, separados por escaleras, y cada nivel tiene multitud de habitaciones, rincones, slings... Hay cabinas, una sala de proyección con sofas, de todo. Lo que no hay es apenas gente, pero por lo demás hay de todo. Los tíos no son nada del otro mundo. Gente mayor, un borracho dormido en un sofá, un pasivo andrógino bastante joven que parece Boy George y quiere que le folle, otro guapito en camisa de tirantes que pone su culo a disposición de cualquiera (se ha tumbado boca abajo en una especie de mesa acolchada y hay un señor mayor follándoselo a conciencia)... Poco más.

Me cruzo con un chico asiático, bastante cachas. Parece un muñeco articulado, un G.I. Joe o algo así, con unos brazos musculosos y camiseta sin mangas. Me roza al pasar con el brazo y después de merodearnos un rato y hablar cuatro palabras (me dice que es tailandés, activo y que está de paso) se mete en una sala y me hace indicaciones con la cabeza para que yo entre en la misma sala pero por la otra puerta. Entro y la sala está dividida en dos por unos barrotes, como una cárcel. Nos juntamos en el centro y nos besamos a través de los barrotes. Él me mete mano y yo le pajeo. Se quita la camiseta y tiene un torso musculado y depilado con unos pectorales de piedra y una abdomen marcado. Lleva unos jockstraps y sus nalgas son dos auténticas piedras con piel lisa y completamente depilada, que le sobo y le cacheo.

Su polla está bastante bien, no es enorme pero suficientemente grande. Me agacho y se la mamo y después le paso un condón y me doy la vuelta poniendo mi culazo contra los barrotes. Él entra dentro de mí y comienza a follarme mientras se agarra de mis hombros para atraerme contra sí. Yo le ordeño con movimientos circulares de mi culo y me echo para atrás para que entre hasta el fondo, hasta el último centímetro. Al rato, con los movimientos circulares voy guiando su polla hasta los barrotes, estrujándola entre las paredes de mi culo y las barras de metal. Cuanto más estrujo y la restriego contra los barrotes, más gime, hasta que no puede más y empieza a gruñir soltando toda su lefa en mi culo.

Nos despedimos y sigo merodeando en busca de algo interesante. Entro en una sala que está vacía y a la salida me encuentro a un tipo bajito taponándome la puerta. Treintañero, rapado, cuerpo promedio, barbita y cara simpática. Dice que no me dejará salir hasta que no tenga sexo con él. Nos reímos y charlamos un rato y le digo que tal vez después. Es iraquí, activo y parece buen tío. Estamos un juntos y haciendo de voyeurs de una pareja de exhibicionistas bastante atractivos, uno de ellos con pinta de vikingo, con barba y el pelo rubio recogido en un extraño moño. Ese parece pasivo, su pareja lo está besando contra una pared mientras se pajean delante de un pequeño grupo de público que se ha formado. El activo me coge de la mano y me invita a tocarle, así que le acaricio el culo y le doy alguna palmada mientras se enrolla con el vikingo. La otra mano la tengo metida en la bragueta del iraquí y lo estoy pajeando.

Cuando el iraquí está suficientemente duro, me lo llevo cogido de la polla por los pasillos hasta la habitación dividida por los barrotes. Esta vez entramos juntos en la misma parte de la habitación y en la otra hay un señor desnudo pajeándose mientras ve la porno del televisor.

El iraquí y yo nos frotamos, le sigo pajeando un rato y me pongo a cuatro patas en el suelo para que me la clave. Él me quita el suspensorio para que le ofrezca el culo desnudo y después de comerme la raja un rato, se pone un condon y me monta. Aunque es el tercero que me la mete esa noche y no es precisamente pollón, noto que me falta lubricante pero me da igual, así roza más contra mi ojal, y lo noto entrando y saliendo disfrutando de su zorra.

El señor de la otra parte de la habitación se ha acercado a los barrotes y nos ofrece su polla a través de ellos. Mi activo se la toca un poco por cortesía, pero después se centra en mi culo y al poco rato de tenerme así en pompa en el suelo, oigo los típicos gruñidos de que se está corriendo dentro de mí. Me encanta cuando los activos eligen mi culo para correrse. Quiero decir que de entre todos los pasivos que hay en el local, eligen acabar la noche en mi culo. Por supuesto lo hacen en el condón (ojalá no tuviera que ser así) pero me siento feliz y orgulloso y siento que he cumplido con mi función como buen pasivo. Servir a los demás tíos cuando necesitan descargar.



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